Espíritu Santo, amor mío

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El Espíritu Santo es maravilloso, maravilloso, maravilloso. Si la gente supiese…

Espíritu Santo, amor mío

Es como un amor que  viene a buscarte. Te hace absolutamente feliz. Pasea con libertad por tu existencia y las estrellas invisibles de tu alma desaparecían al irse. Estoy de acuerdo con Wittgenstein: “El lenguaje tiene límites”. Pero no comparto su idea de que,  de lo que no se puede hablar, hay que callar. No señor. Hay que hablar. Hablar. Hablar. A mí, en mis épocas más místicas, cómo cuándo un ataque de celos me provocó un éxtasis espiritual decía: “Amor mío, amor mío, amor mío”. Y yo notaba como un sentimiento de alborozo que me rondaba el corazón, pero si quería tocar con una palabra ese sentimiento, de repente, no podía hacerlo; ese sentimiento, ese amor era más puro, infinitamente más purísimo que la palabra amor. O que cualquier palabra bonita: “Hermosura, bondad, cariño”. El amor no se podía tocar con palabras. Se podía sentir, pero no tocarlo con palabras. Las palabras no llegaban por muy puras que fuesen a su estado mayúsculo de pureza. 

¡Y cómo disfrutas  sintiéndolo!¡ Cómo ahora mismo lo siento un poco! Cuando hablo de Él. Cuando doy testimonio de su suprema Verdad y Armonía. De la felicidad que  te hace sentir sin límites. Y tienes que te rendirte  ante Él. Porque Él es el verdadero amor. La Verdad que, según Jesucristo, nos hace libres. Porque la Verdad no es un frase o un pensamiento; es un sentimiento. La Verdad es el amor. Y el amor es Dios, el Espíritu santo, Jesucristo y la Virgencita María Santísima son el amor. 

No sé quién lo dijo , pero tenía razón: “No se puede odiar a Dios”. Se puede odiar cierta idea de Dios. A Dios, no. Aunque te hayan amputado una pierna y esté sufriendo como un perro apaleado. A Dios no se le puede odiar. Es una Amor tan grande, tan grande, tan grande…

Y otras veces estando yo en  estado de gracia espiritual  me he sentido como un niño:  “Absolutamente feliz al lado de su madre”. Y mí madre era la Virgencita María Santísima y me miraba con ojos de ternura. Ah, qué felicidad, qué ternura sentía yo! Y otras veces  me veía acunado por Ella e, incluso, mamando la leche materna de sus pechos . Sí , ya lo sé, no soy, ni he sido ningún santo. Ahora estoy leyendo un  libro de relatos de D.H. Lawrence y  en el tercero titulado: “La hija del Vicario”, una muchacha considera que su otra hermana se ha degradado casándose con un hombrecillo solo por dinero. Y que ella solo se casaría con un hombre al que amase. No sé cómo va a acabar el relato, voy por ahí, pero D.H. hace preguntarse a la muchacha una pregunta esencial, determinante: “¿Se puede ser sucia de actos y pura de Espíritu?” Y le he estando vueltas al asunto y la respuesta por increíble que parezca es que: “SÍ”. Lo sé porque a mí me ha pasado. Sentir el amor del Espíritu Santo estando en pecado mortal. Y el placer que da el sexo comparado con el placer que ofrece ese amor es comparar a Dios, no con un gitano, sino con un humano,

Hombre, lo ideal es ser puro de actos y puro ¡de Espíritu!, pero lo otro también es posible. Sí amas. El amor es todo. En el amor esta todo. El amor los es todo. Todo. Todo. Todo. Y como dice Dante al final de la Divina Comedia, es el creador del sol y las otras estrellas...

Yo he sentido cosas que vosotros nunca creeríais. Recuerdo una vez estando yo en estado de gracia absoluto, como ahora mismo lo estoy ocurrió que a un allegado le dío un infarto. Era verano. Junto a mis padres, yo estaba en la casa del huerto. Llamó su hija al móvil de mi madre. Luego habló conmigo. Estaba llorando: “Estaba desolada. Desconsolada”. Me refirió que los médicos le habían dicho que los pulmones de su padre estaban encharcados. No me lo confesó, pero me dio a entender que a su padre le quedaban horas, quizás, un día o dos de vida. A mi me conmovió. Comencé a rezar. Recé mucho. Muchísimo. Al día siguiente, nos llama otra vez, para comunicarnos que su padre había mejorado. A la semana, ya estaba en Totana. ¿Casualidad? Es posible. Pero de haberse curado por mis oraciones; yo no tengo ningún mérito. Fuí, tan solo, un instrumento del que se sirvió el Espíritu Santo para curar a aquella persona.  Mi único mérito es haber estado en un estado de gracia absoluto. Luego duró unos siete u ocho meses. Y yo le preguntaba a Dios: “¿No hubiese sido mejor qué muriese entonces, que estaría sedado y no tener que sufrir esos meses de vida más?” Pero, claro, mi allegado, aunque era buena persona, nunca había sufrido , ni amado demasiado. Y, quizás, Dios necesitaba que sufriese un poco para salvarlo. No lo sé. No soy Dios. Pero todo lo que he narrado es cierto. Sucedió.

Otra vez, también en una época mística pensé en personas que habían muerto y yo conocía. Y en algunas de ellas, yo percibía, en sus alma como un sufrimiento. Entonces, yo rezaba por ese alma. Y al rato veía que había dejado de sufrir. Ahora se encontraba como desorientada. Y yo seguía rezando y a mí me parecía que ese alma quería cómo subir a algún lugar. Y yo continuaba rezando, hasta que al fin ese alma yo notaba que sentía feliz. Qué estaba ya esta bien. Qué no me necesitaba. Y yo volví a ser un instrumento de Dios. Y al pensar en personas como uno de mis escritores preferidos Charles Buwoski, el padre del “realismo sucio”, al que se le tiene por un borracho, por un drogadicto, por un putero, por un escritor pornográfico; pero, sin embargo, eso es en sus novelas. En sus poemas hay amor. Me compré varios libros suyos de poesía; de narrativa los había leído todos, y en uno de ellos hay una sección cuyo título es: “Otra criatura con vértigo de amor”. Y tiene un poema llamado : “EL pájaro azul” que yo hubiese titulado “En mi corazón habita un pájaro azul”, y en él dice que por las noches lo separaba de su corazón. Lo sacaba de él. No dejaba que muriese. Y lo que sentía era capaz de enternecer a un hombre hasta hacerlo llorar. Pero que él no lloraba. Y entonces  concluía el poema : “¿Lloras tú?”. ¿ Y qué era ese pájaro azul si no El Espíritu Santo? Pues bien, pensando en su alma sentí como una alegría. Ese hombre había sufrido mucho en la vida. Su padre le pegaba. Tenía el rostro llenó de un acné horroroso. Tuvo trabajos de mala muerte. Duros. Había noches que dormía al raso , en un banco de cualquier parque. Triunfó a los 51 años. ¡Qué podía pensar de la vida, de los demás, si lo habían tratado como a un perro desde su infancia. O, Céline, Caustico como el que más. Tiene un libro dónde cómo él era médico dice de sus pacientes: “Así reventarán”, y otra cosa que me hizo gracia: “Una señora le pide que lo acompañe a ver su hija, que vivía en un piso al lado del Hospital y según relata su piso no estaba tan cerca...”. Pero luego lean sus Cartas desde la prisión. Allí, ya no parece tan sarcástico. Allí se le ve su lado más humano. Ese hombre había sentido al Espíritu, lo que pasa es que la vida lo trato mal. Hay que conocer lo que ha sido la vida de algunos escritores que tenemos como “malditos”, para saber luego por qué han escrito lo que han escrito.

Hace un tiempo, uno de estos iluminados, al que le habían otorgado el Premio Nobel de Física o, algo así, dijo: “Dios no cabe en el universo”. Son tontos y venga a premiarlos. Los tontos se premian entre entre ellos. Es como ocurre en televisión ponga usted en horario de prime time, o sea, máxima audiencia, un programa cultural. Diré más  un programa religioso, que hable de los santos, de los místicos, de los misioneros, de Jesucristo, de las Escrituras. De San Juan, Santiago, San Pedro, Los únicos discípulos que vieron a Cristo transfigurado; otros místicos lo han visto como Santa Faustina, al que Cristo dijo que mandara pintar un cuadro como Él era. Y ya no es no es el Cristo sufriente en la Cruz. Ya es un Jesus lleno de ternura, de amor. Conservando sus estigmas y de su pecho nacen dos luces, una blanca y otra azul. EL Hijo de Dios hecho hombre.

 Pero eso la gente no quiere verlo ni saberlo. Sí la gente quiere carnaza tienes que darle carnaza. Porque esos programas nos los vería nadie. Y las televisiones están ahí para ganar dinero. Como sea: “Concursos. Programas de cocina. Tertulias políticas. Programas de la prensa de la carroña; Supervivientes, Sálvame. Sálvame Deluxe. EL Polígrafo. La Casa de los Secretos. La Isla de las Tentaciones”. Porquería por todas partes. Por todas lados, Dios mío, por todas lados… Bueno, por todos no; en Cristo hay amor, en  su Iglesia hay amor, en Dios hay amor, en la Virgencita María Santísima hay amor, En el Espíritu Santo hay amor, en nuestro Ángel de la Guarda hay amor, entre las persona que se quieren hay amor, en la música hay amor, en algunas películas hay amor, en algunos libros hay amor, en la alegría de los niños hay amor, en el sufrimiento humano hay amor, en el amor hay Amor, pero en Amor, hay infinitamente más amor.

Yo  ahora me siento absolutamente feliz. He hecho promesa sagrada de castidad ante Dios con su representante aquí en la Tierra, ese hombre santo y gran teólogo, que es el Padre Pedro, mi confesor.

Vuelvo a sentir el Espíritu Santo. Recuerdo aquel verso de Lope de Vega: “Qué tengo yo que mi amistad procuras”, como ahora mismo he hecho , a la una menos cinco del 23 de este año, y lo vuelto a sentir. Queridísimo Espíritu Santo esta vez seré bueno y no me alejaré de ti : “Palabra”.

Espíritu Santo, amor mío, Foto 1
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