Paso la palabra. Para meditar cada día: 7/2/2025

Paso la palabra. Para meditar cada día
Paso la palabra. Para meditar cada día: 7/2/2025
Por Jesús Aniorte

1. Preparación

Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.

Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.

2. La palabra de Dios

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?" Él les contestó: "Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres." Y añadió: "Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: "Honra a tu padre y a tu madre" y "el que maldiga a su padre o a su madre tiene pena de muerte"; en cambio, vosotros decís: Si uno le dice a su padre o a su madre: "Los bienes con que podría ayudarte los ofrezco al templo", ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os trasmitís; y como éstas hacéis muchas." Marcos 7,1-13).

1.      Otra vez se acercan los fariseos y escribas a Jesús para quejarse de que los discípulos no cumplen algunas tradiciones de los mayores, como la de lavarse las manos antes de comer. Jesús  -sin negar esas tradiciones-  critica a los acusadores, porque se quedan  en lo vacío, en lo externo,  en lo que se ve,  sin entrar en  el corazón: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío...."  A veces ¿no nos pasa esto a nosotros?  Nos quedamos en lo que menos cuesta: en el en el culto externo, en el cumplimiento de las normas y tradiciones, y nos olvidamos del corazón, del amor y la entrega a Dios y a los demás. Señor, perdóname; muchas veces merezco el reproche de que te honro con los labios, pero mi corazón está lejos de ti.

2.      No dice Jesús que esté mal el culto externo; pero si lo exterior no expresa una religiosidad auténtica, no revela el amor que habita en el corazón, ¿de qué sirve? Lo que interesa al Señor es la sinceridad del corazón, que busquemos la voluntad del Padre y la aceptemos cordialmente. Y lo que condena es el legalismo hipócrita y vacío  de amor. Aquéllos cuidaban mucho los ritos, pero del sufrimiento de los pobres ni se enteraban. Señor, que me interese lo que a ti te interesa: la voluntad del Padre y el cuidado de los necesitados. ¡Qué triste sería merecer el amargo reproche, que hiciste a escribas y fariseos: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi». Ven, Señor, haz morada en mí, que entonces sí florecerán en mi vida los actos de amor, de entrega, de servicio, de misericordia…

3.      Hoy, a la luz de esta Palabra de Dios, será bueno preguntarnos por la sinceridad y hondura de algunas de nuestras prácticas religiosas. Por ejemplo, nuestros rezos: rosario, novenas, oficio divino, etc., ¿no se quedan muchas veces en mera rutina? Otro: en  la Eucaristía hacemos gestos muy hermosos, como los silencios antes de la petición de perdón y después de la proclamación de la Palabra y de la comunión..., pero ¿oramos, o sólo callamos? Otro: el gesto de darnos la paz,  ¿es verdadera reconciliación con los hermanos, pacifica nuestro corazón, o deja nuestros rencorcillos, enfados y antipatías intactos? Y así tantos otros actos. Señor, llena nuestros corazones de amor. Que no nos quedemos en la letra,  en el rito, en culto externo vacío. Que todos nuestros actos broten del amor y estén llenos de amor. Es el culto que agrada al Padre.

3. Diálogo con Dios

A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.

7/2/2025


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