Paso la palabra. Para meditar cada día: 19/5/2025
Por Jesús Aniorte
1. Preparación
Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.
Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.
2. La palabra de Dios
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis? Que no falte entre vosotros la sal, y vivid en paz unos con otros.” (Marcos 9, 41-50) 1. El evangelio de hoy recoge algunos dichos de Jesús sobre algunas actitudes que deben tener los de su comunidad. En primer lugar habla de que nada que se haga por los demás quedará sin recompensa. Ni un vaso de agua. Poquita cosa es, pero el Padre lo tiene en cuenta. Esto me hace pensar en la importancia de los pequeños detalles con los demás, los pequeños servicios. Parecen bobadas, pero son signos que dicen al hermano que él es importante para mí. ¡Y cómo enriquecen la convivencia, qué felices hacen, a veces, a los demás! Y ¡qué poco se tienen en cuentan! Y así perdemos muchas oportunidades de aliviar una pena o una tristeza, o de animar y alegrar la vida del hermano! Y es que, a veces, Señor, el egoísmo, el ensimismamiento en que vivimos, ni esto nos permiten dar… ¿Qué pequeños detalles puedo tener hoy y con quién? 2. Frente a la alabanza y el anuncio de la recompensa de lo que se haga por los demás, por pequeño que sea, habla Jesús de la condena de los que escandalizan a los débiles en la fe, a “estos pequeñuelos que creen”, como les llama Jesús con ternura. Jesús ha observado los tejemanejes de algunos para destruir fe de la gente sencilla y alejarla de su seguimiento. Contra los que así obran Jesús tiene palabras muy duras: “más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar”. Estas palabras nos llaman hoy a nosotros a tomar conciencia de nuestra responsabilidad como discípulos suyos: nuestra vida y comportamientos influyen -tanto para el bien como para el mal- en las personas de la comunidad y de fuera de ella. O contagiamos Evangelio o apartamos de él. H. Küng dijo: «El argumento más fuerte contra el cristianismo son los cristianos… que no viven como cristianos. Y el argumento más fuerte en favor del cristianismo son los cristianos… que viven cristianamente». Por eso, Señor, hoy quiero preguntarme qué soy yo para los que me tratan y me ven: ¿soy llamada para que se acerquen a ti, o estorbo, argumento a favor tuyo o en contra? 3. Finalmente, advierte Jesús que optar por seguirle y ser de los suyos, exigirá muchas veces renuncias duras, rompimientos dolorosos. Y pone algunos ejemplos extremos: “Si tu mano te hace caer, córtatela… Y, si tu pie te hace caer, córtatelo… Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo…” Con estos ejemplos nos dice que nada ni nadie debe ser más importante que él y el Reino; que hay que estar dispuestos a renunciar a cualquier cosa que impida seguirle. Porque ¿de qué nos vale conservar ambas manos, o ambos pies, o los dos ojos, o lo que sea, si perdemos la vida eterna, la vida con Dios, el tener parte en su reino futuro, y caemos para siempre en el absurdo y en el sinsentido? Señor, me cuesta, muchas veces, aceptar algunas renuncias que exige tu seguimiento. Ayúdame en esos momentos. Que no tema el sacrificio, como no lo teme el montañero que escala la montaña, o el deportista que se prepara para la competición. Ellos lo hacen por el prestigio o un premio material, ¿y no lo haré yo, Señor, por el premio que me prometes: una vida eterna de gozo y amor con Dios?
3. Diálogo con Dios
A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.
19/5/2025
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