Paso la palabra. Para meditar cada día: 30/11/2023
Por Jesús Aniorte
1. Preparación
Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.
Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.
2. La palabra de Dios
En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: - Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino. Los discípulos le preguntaron: - ¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente? Jesús les preguntó: - ¿Cuántos panes tenéis? Ellos contestaron: - Siete y unos pocos peces. Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas. (Mateo 15,29-37 ). 1 Jesús sube al monte. Mucha gente acude a Jesús llevando sus enfermos, cojos, ciegos, sordomudos y muchos otros. Y Jesús los cura. Es lo que hace siempre cuando se encuentra con el dolor y el sufrimiento: no mira sólo y se queda en la lástima, sino que se pone manos a la obra y los cura, los libera y les devuelve la ilusión y la esperanza. De ese modo muestra que la gran misericordia de Dios está con el pueblo. Así lo entiende la gente, que admirada, “dieron gloria al Dios de Israel.” Señor, como aquellas gentes, en este Adviento, quiero acudir a ti con todo lo que me esclaviza: con esta ceguera que me impide descubrir tu amor que me rodea por todas partes; con esta sordera que me imposibilita escuchar tu Palabra, que me llama a la conversión; con esta mudez que me impide dar una palabra de consuelo y aliento y esperanza a los hermanos que lo necesitan. Mírame con ojos de misericordia, Señor, y cúrame. 2 Aquella gente había seguido a Jesús con tanto entusiasmo que hasta de la comida se han olvidado. En Jesús han descubierto a alguien que es más importante que el alimento material. Y el amor de Jesús que está en todo, advierte su necesidad y toma la iniciativa: “llamó a sus discípulos y les dijo: Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer”. Tampoco ahora se queda en la mera compasión. Pasa a la acción. Es una lección que debemos aprender los cristianos en este tiempo de gracia del Adviento. Señor: enséñanos a mirar a la gente, a cada persona que nos encontremos, con ojos compasivos como los tuyos, con mirada capaz de descubrir su necesidad de ayuda, de amor y comprensión. Y después, que nos pongamos a hacer lo que esté en nuestras manos para buscar la solución. Aunque ello nos complique la vida. 3 Cuando Jesús dice a los discípulos que no quiere despedir a la gente hambrienta sin darles de comer, ellos -prudentes, calculadores, como lo somos nosotros también tantas veces- se inquietan: “¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?” Jesús les pregunta: "¿Cuántos panes tenéis”. “Siete y unos pocos peces,”-contestan-. Poco era, pero el Señor sólo les pide lo que tienen. Y ellos abren sus bolsas y lo ponen a disposición del Maestro. Jesús “Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas”. Si, ante las necesidades que vemos a nuestro alrededor, cada uno hiciéramos “lo poco que podemos hacer” y “compartiéramos lo poco que tenemos”, ¿no es verdad que este mundo sería otro? El Señor no nos pide que eliminemos el hambre del mundo; pero sí que hagamos que, al menos, hayan algunos hambrientos menos en el mundo. ¡Qué otra sería nuestra sociedad, Señor, si actuáramos así, y no esperásemos que la solución venga de fuera. Ven, Señor, cambia mi corazón tan mezquino y comodón. Que, ante las necesidades de los demás, actúe enseguida y muestre con mis obras que la misericordia de Dios sigue actuando en el mundo, como cuando tú andabas por él.
3. Diálogo con Dios
A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.
30/11/2023
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