No pasa nada

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No pasa nada

Mi hermano y las cuatro familias que viven en el Purgatorio, siguen sin poder entrar a sus casas con dignidad, tienen que ir saltando obstáculos. Este verano, dos de esas familias, que suelen llevar a sus mayores allí a veranear, no podrán hacerlo, porque esos mayores, si no es en un helicóptero, no pueden pasar por allí. Y aquí no pasa nada.

Un señor dice que ese camino es suyo en una sentencia recurrida, y aquí no pasa nada. No hay caminos alternativos, no hay otro paso por ningún sitio, solo se puede llegar allí en helicóptero. Si les pica un insecto y son alérgicos, no llegan al centro de salud a tiempo, si les da un infarto como ya pasó una vez a uno de los vecinos antes de estar este camino cerrado, no llegan, si se le pega fuego a aquella sierra, no pueden entrar los bomberos si no es en helicóptero, si le da un mareo allí a un miembro de esas familias, no llegan a tiempo. Un juez no ha dicho que se pongan en un camino vallas, ni guardias de seguridad, ni veinte toneladas de piedra, ni que se haga picadillo el camino, ni que se pongan pasos canadienses fuera de toda normativa legal, ni candados ni cadenas, ni que se tape una rambla pública. Ese es un camino vecinal público, pero aquí nadie hace nada.

Hay un señor que va en silla de ruedas y le gustaba ir a casa de uno de esos vecinos que están atrapados, a hablar un rato con él por las tardes cuando le venía en gana, y ya no puede hacerlo. Da lo mismo, no pasa nada. Aquí nunca pasa nada.

Tan sencillo como poner unas puertas en vertical en vez de ponerlas en horizontal y así los muflones no se comen los almendros de este señor, pues no, las pongo en horizontal y así no pasan los vecinos, que es lo que yo quiero básicamente. Y aquí no pasa nada. Y la vida sigue.

Y mi hermano sigue saltando obstáculos cada día y no puede llevar comida si no es lo que quepa en una mochila que lleva a la espalda, y no puede llevar leña si hace frío, ni puede hacer nada de nada en su casa legalizada absolutamente como las de los demás vecinos, y que con tanto capricho se compró, porque alguien ha decidido cortar un camino porque dice que se lo dijo un juez.

Y yo pregunto:-¿Sabe ese juez que si las puertas estuviesen en vertical, esos vecinos podrían pasar dignamente a su casa? Pues aquí no pasa nada.

Cada noche y cada día que pasa, llevo a mi hermano y a sus vecinos clavados en el alma, y aquí no pasa nada. Da lo mismo. Hay injusticias que sobrepasan los límites de la cordura y de la razón, pero aquí no pasa nada. Y si lo cuentas, encima de que estás reventado de dolor, de pena y de angustia, siempre sale alguien opinando en contra de los vecinos sin haber estado allí siquiera. Y no pasa nada.

Y uno se calla y sigue adelante cada día intentando que se solucione de la mejor manera y con la educación por delante, la que nos dio nuestra madre, y nunca pasa nada. A ver quién me ha visto a mí (que no sería ya ilógico por otra parte) dar un puñetazo en la mesa y decir: -hasta aquí, ya está bien. Pues nada, uno se calla y sigue intentándolo con cordura y con razón para que a quien competa, actúe, pero aquí nunca pasa nada. Y los días y las noches siguen corriendo. Y aquí no pasa absolutamente nada.

Esto es lo que tenemos, señores y señoras. Y no crean que pienso que porque yo escriba esto, se va a solucionar. No, esto va a seguir igual desgraciadamente. Solo que quiero que se sepa, que en un lugar de Totana, llamado El Purgatorio, hay cuatro familias pasando la fiebre negra.

Hay películas en las que no ganan los buenos.

Magdalena Sánchez Blesa

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