El pasado 9 octubre estuve en el mirador del Ángel en el paraje de la Santa. Eran las siete de la tarde y desde allí se divisaba todo el valle. A la izquierda Alhama con todas sus luces encendidas, a la derecha Totana sin luces, en penumbra.
¡Claro! pensé yo, pueblo rico y pueblo pobre.
¿Somos pobres los de Totana?, si nos comparas con los de Alhama sí, si nos comparas con el barrio de lo Campano de Cartagena, posiblemente no.
Todos los términos son relativos pues todos tienen una referencia o punto de comparación.
Una persona se considera fea hasta que encuentra otra que es más fea que ella.
O buena,
O grande,
O lista,
Sin entrar en que es también un estado emocional. Hay gente que se considera pobre sin serlo objetivamente. Pero se siente así. O los que se consideran pobres dependiendo de cómo les vaya el día.
En España hay 12 millones de personas pobres. Y son pobres porque los comparamos con el poder adquisitivo de los otros 33 millones de españoles que no lo son. Una persona de cada cuatro en España vive en el umbral de la pobreza.
Una de cada cuatro no puede satisfacer sus necesidades fisiológicas como son la comida, el aseo, el acceso a la educación o la sanidad. En resumen, tener una vida digna.
Una de cada cuatro no pueden. Tres de cada cuatro si pueden.
Varios son los factores que condicionan la capacidad económica de una persona: el lugar donde te deja la cigüeña, el instinto de subirte en unos u otros trenes en un momento de tu vida, la capacidad de trabajo, saber adaptarte a lo que tienes, la suerte..
Pero mi reflexión no está dirigida a la cuarta parte de la población que no llevan ni al mínimo el nivel de la gasolina, sino a las tres cuartas partes que van con el depósito lleno o en situación de comodidad.
Una sociedad que mira para otro lado frente a la pobreza nunca será feliz. La pobreza es el peor virus que recorre nuestro aire. Mucho peor que la desigualdad.
Y para luchar contra la pobreza no hay que ir contra los ricos. Lo contrario de pobreza no es riqueza sino justicia.
Ni tampoco contra los pobres.
La pobreza es uno de los males más difíciles de erradicar y la prueba de ello es que se mantiene a lo largo de la historia.
Esta humilde opinión va dirigida a las tres cuartas partes de personas que sí pueden decidir y en ella tan solo les pido una cosa: cinco minutos de reflexión.
Cinco minutos para decidir qué podemos hacer cada uno de nosotros para ayudar a los que más lo necesitan. Con generosidad.
Y para ello debemos dirigir la mirada hacia sitios muy cercanos a nuestra casa. Hogares que pueden estar muy cerca de los nuestros pero no solemos verlos porque miramos para otro lado.
Cinco minutos para aguantar la mirada aunque no nos guste lo que vemos.
Con generosidad, porque no hay ninguna persona que siendo generosa sea a la vez infeliz.
Tan solo cinco minutos por favor en honor a lo que significa este 17 de octubre.
