28 de octubre – San Simón y San Judas, Apóstoles
Por Jesús Aniorte
1. Preparación
Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.
Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.
2. La palabra de Dios
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos. (Lucas 6, 12-19). 1. El evangelio nos habla hoy de la elección de los Apóstoles, de los Doce que le acompañarían en su misión de predicar el Reino de Dios Pero antes de hacerlo, nos dice Lucas que Jesús se preparó para ese acto importante, orando: “Subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios.” Es lo que, según cuentan los evangelistas –especialmente, Lucas- hacía en los momentos importantes de su vida: retirarse a la soledad, para estar con el Padre. Allí, en diálogo amoroso y confiado con el Padre, pasó la noche. No fue sólo un rato, fue toda la noche la que dedicó a la oración. Y nosotros, ¿con qué frecuencia oramos? ¿Cuánto tiempo dedicamos a oración? Desgraciadamente hay muchos cristianos que no han descubierto el valor de la oración y no sienten necesidad de orar. Y pasan días y días sin ponerse cara a Dios. Señor, que descubra el valor de la oración, que para mí sea algo importante. Y que no me escude en que tengo muchas cosas que hacer. Tú estabas muy ocupado, pero para estar con el Padre siempre sacabas tiempo. Y es que cuando uno ama, para estar con el Amado siempre halla tiempo. 2. Hoy celebramos la fiesta de dos de aquellos Doce que eligió el Señor, después de haber orado: Simón y Judas Tadeo. Aparte del nombre, poco sabemos de ellos. Pero sí sabemos que escucharon la invitación del Señor a irse con él, para conviviendo con él, aprender a vivir y obrar como Jesús, es decir, realizando la obra que el Padre le había encomendado. Los Evangelios cuentan que la respuesta de los Apóstoles a la llamada de Jesús fue siempre pronta, y sabemos que le fueron fieles todos - menos el traidor Judas- hasta morir por su fe en Cristo. Ahora, Señor, ¿por qué los elegiste? Como todas tus elecciones, la de Simón y Judas fue un acto de amor tuyo no merecido. Ninguno mereció ser elegido. Eran hombres sencillos del pueblo, sin grandes méritos personales. Tampoco en virtud sobresalían, eran judíos normales, con sus virtudes y sus defectos. De hecho, en el evangelio aparecen los Apóstoles con los defectos que cualquiera de nosotros puede tener: cobardes y miedosos en los momentos de peligro, duros de cerviz para creer, deseando los primeros puestos, etc. Y siendo así, tú los llamaste, Señor. Y esos hombres, humanamente muy limitados, después de Pentecostés, empujados por la fuerza del Espíritu Santo, se dieron a recorrer los caminos del mundo para anunciar tu Evangelio a todos los hombres… Porque quien te ama de verdad no puede callar, se siente urgido a proclamar la fe que llena su vida de sentido y felicidad. Señor, que todos sintamos esa urgencia de proclamar a todos tu amor. 3. El recuerdo litúrgico de un apóstol, debe ser motivo de reflexión sobre nuestra fe y una llamada a seguir a Jesús con fidelidad, como ellos lo siguieron. El Señor también nos ha llamado a nosotros para ser de los suyos y continuar su obra salvadora. Señor, gracias, porque gratuitamente me has llamado a formar parte de tu Iglesia; gracias por la fe que he recibido en ella. Concédeme seguirte con el entusiasmo y la fidelidad de los santos Simón y Judas. No permitas, Señor, que la antorcha de la fe que, a través de ellos y de tantos otros creyentes, ha llagado hasta mí, deje que se apague en mis manos, que la pase generosamente a las nuevas generaciones. Te ruego también por la Iglesia. Que sea un hogar de amor y alegría para este mundo que camina en tinieblas buscando la luz. Que todos encuentren en ella un motivo de esperanza.
3. Diálogo con Dios
A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.
28/10/2015
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