"El testimonio de fe que dan los enfermos para mí lo quisiera"

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Mons. Lorca al finalizar la Peregrinación Diocesana a Lourdes

El testimonio de fe que dan los enfermos para mí lo quisiera

Además de participar en las celebraciones de todos los años, los participantes en la peregrinación ganaron las indulgencias plenarias del Año de la Misericordia

Ayer llegaron los últimos autobuses a la Región con los participantes en la XLVIII Peregrinación Diocesana a Lourdes, aunque los actos de la peregrinación finalizaron el martes con la Misa en la Gruta. Cuatro días intensos de celebraciones y actividades en las que han participado 1.200 personas, entre enfermos, sacerdotes, voluntarios y peregrinos llegados desde diferentes localidades de la Región: Abanilla, Abarán, Águilas, Albudeite, Alcantarilla, Alhama, Aljucer, Archena, Blanca, Campos del Río, Caravaca de la Cruz, Cartagena, Cehegín, Ceutí, Cieza, Espinardo, Jumilla, Lorca, Molina de Segura, Murcia, Patiño, Puerto Lumbreras, Ricote, San Javier, Sangonera la Verde, Sangonera la Seca, Santa Cruz, Santomera, Torrepacheco, Totana, Ulea y Yecla.

Convocados por la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes de Murcia y acompañados por el Obispo de Cartagena, el pasado viernes partieron desde la Región 16 autobuses, una decena de coches particulares y el autobús ambulancia en el que viajaban 20 enfermos cuyas patologías no les permitían volar. El sábado volaron desde San Javier los otros 155 enfermos acompañados por algunos voluntarios y personal médico.

Joaquín Martínez, presidente diocesano de la Hospitalidad de Lourdes, dio la bienvenida a todos los participantes en la peregrinación el sábado por la tarde, a la vez que pedía la intercesión de la Virgen: “Madre, esta es nuestra Hospitalidad, sabes lo que te amamos y lo que nos ha traído a cada uno a estar aquí hoy y en este momento. Muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, y hazlo pasar junto a nosotros, para que de manera discreta, entre la multitud, rozándolo, sin que nadie se percate, podamos tocar el borde de su manto”.

En la peregrinación de este año han participado 25 sacerdotes, 24 diocesanos y el Padre Juan Antonio, carmelita descalzo de Caravaca. Esteban, sacerdote jubilado que lleva muchos años peregrinando a Lourdes, asegura que “es una peregrinación que te llena, te pone las pilas, te recarga y regresamos nuevos para trabajar otra vez con la lucha del día a día. Venir aquí es un encuentro con el Señor, con los hermanos, con la Virgen… ¿Qué más podemos pedir?”.

La de la Diócesis de Cartagena es la peregrinación española más numerosa y su colectivo sanitario también lo es: 19 médicos de diferentes especialidades, 20 enfermeros y 3 farmacéuticos están constantemente pendientes de los enfermos. Son ellos, los sanitarios, quienes acompañan a los sacerdotes en la Unción de Enfermos, una de las celebraciones más emotivas de la peregrinación.

Con la esperanza y la fe de encontrar un milagro, que generalmente es el de la aceptación de la enfermedad, llegan a Lourdes enfermos de todos los rincones del mundo. María José ha participado este año por primera vez en la peregrinación y lo ha hecho como enferma. Hace un año le detectaron un cáncer contra el que ha luchado durante los últimos meses aferrada a su fe. “Ha sido la primera vez y ha sido una experiencia impresionante. Las tres amigas que hemos venido tenemos la movilidad mucho mejor que otros enfermos, pero llevamos nuestra enfermedad también a cuestas. Yo acabo de terminar con la radio y la quimio, tengo cáncer desde julio del año pasado. Lo que he sentido en Lourdes ha sido un recordatorio de lo que he vivido este año. Las eucaristías, la exposición del Santísimo, el ponernos delante de la Virgen me ha recordado todo lo que me ha sostenido este invierno en la enfermedad. Además de lo espiritual, destaco también el trato que nos han dado los voluntarios, que nos han tratado como reinas en todos los sentidos. Estoy muy agradecida”.

Más de 700 voluntarios, hombres y mujeres hospitalarios que visten el uniforme de ‘camillero’ o ‘enfermera’, se han encargado de cuidar de los 155 enfermos a través de los diferentes servicios que se realizan en la peregrinación. Magdalena, es hospitalaria, de Cartagena, y lleva peregrinando a Lourdes desde 1984, sin faltar ni un año, sólo el que se suspendió la peregrinación por las inundaciones, en 2013. “He venido en todas las situaciones, con mis hijos, con mi marido, e incluso con mi hijo muy grave después de sufrir un accidente, hace 23 años, a los cinco días de regresar de la peregrinación. La última foto que tengo de mi hijo antes del accidente es a los pies de la Virgen, tirando de un carro de enfermos”. Desde entonces, Javi peregrina también a Lourdes como enfermo. “Tengo que darle gracias infinitas a la Virgen santísima porque dentro de la cruz que él lleva y que llevamos está bien”, explica emocionada.

A Lourdes peregrinan hospitalarios de todas las edades, desde los Niños de Agua hasta aquellos que recuerdan con nostalgia el Tren de la Esperanza en el que viajaban a Lourdes. A sus catorce años, Raúl conoce muy bien la Hospitalidad y la peregrinación, ya que asegura que sólo ha faltado a su cita con Lourdes el año que nació su hermano. “Han sido unos días muy especiales. He vivido muchas experiencias, todas buenas, porque descubrir a Jesús tras la sonrisa de un enfermo es algo muy grande. Yo creo que hay que vaciarse un poco de uno mismo y llenarse del enfermo, del compañero, del voluntario… de Jesús, porque así te vas lleno”.

Aunque la experiencia es un grado, la ilusión y el rostro de quienes descubren Lourdes por primera vez no tiene precio. Y así brillan los ojos de Sergio, seminarista, que este año ha peregrinado como enfermo y también como voluntario. Desde hace unos años, el Seminario Mayor de San Fulgencio envía a la peregrinación a un par de seminaristas. Este año han viajado a Lourdes Pablo, Jesús y Sergio (enfermo renal). “Una de las cosas que más me ha impresionado es los testimonios de los enfermos. Yo soy un quejica, me quejo por todo, y he descubierto a enfermos con una fuerza… He visto a Dios en esas personas. También me ha impresionado la gran labor, que por amor a Dios, hacen los voluntarios, es increíble… Incluso enfermos que, dentro de su capacidad, colaboran también como voluntarios”. Junto a sus dos compañeros seminaristas, Sergio se ha encargado de atender a los sacerdotes ancianos que han participado en la peregrinación.

La delegación diocesana la encabeza el Obispo de Cartagena. Mons. Lorca asegura que cada año Lourdes “marca la vida” de quienes participan en la peregrinación. “Todos los años sale muy bien, porque está todo muy preparado, porque ponen mucho cariño todos los responsables de la Hospitalidad y porque hay mucha gente voluntaria con una motivación muy grande, una motivación de servicio que tienen grabada en la mente. Por la noche ves a los que han estado todo el día trabajando y te suelen decir lo mismo: ‘Estoy reventado’, ‘estoy cansadísima’, ‘pero muy contento’”. 

Lorca Planes define Lourdes como un lugar lleno de espíritu de trabajo, servicio, caridad, misericordia y ternura “a borbotones”, una experiencia que le “toca el corazón”. Pero por encima de todo, el Obispo destaca la fe con la que llegan a Lourdes los enfermos: “El testimonio de fe que dan los enfermos para mí lo quisiera, con el corazón en la mano, para mí lo quisiera, por cómo están viviendo esta experiencia; es una lección de fe y de confianza en Dios”.

La valoración del presidente diocesano de la Hospitalidad es clara: “El milagro de Lourdes se ha vuelto a producir un año más, porque donde había tristeza se puso alegría, donde había desesperanza, ilusión. La aceptación de la enfermedad, la fuerza e ilusión de los enfermos, todo el trabajo se da por bueno al ver cómo el Señor actúa en el corazón del hombre”.

El testimonio de fe que dan los enfermos para mí lo quisiera, Foto 1
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