Domingo 21 del Tiempo Ordinario (C)

Paso la palabra. Para meditar cada día
Domingo 21 del Tiempo Ordinario (C)
Por Jesús Aniorte

1. Preparación

Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.

Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.

2. La palabra de Dios

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: - «Señor, ¿serán pocos los que se salven?» Jesús les dijo: - «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir. "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, lsaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.» (Lucas 13, 22-30).

1.      Jesús camina hacia Jerusalén. Durante el viaje va ofrecimiento la salvación a todos. Uno le pregunta si serán muchos los que se salvarán. Jesús no responde si serán muchos o pocos, dice qué debemos hacer para entrar en la fiesta de la salvación: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha.” Esto es lo importante, lo demás es pura curiosidad. A todos se les invita a la fiesta, pero hay quienes oyen la invitación, pero no quieren entrar. Hoy el Señor nos anima también a nosotros a entrar por la puerta estrecha que lleva a la salvación, es decir, a acoger su Palabra y vivir según su evangelio del amor, de la entrega y del servicio. Señor, que escuche tu invitación, que entre por tu camino, dejando la senda ancha de la vida cómoda y mediocre  que estoy siguiendo.

2.      “Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán.” Con estas palabras Jesús nos pone en guardia y nos dice que no dilatemos la entrada. Porque puede llegar el momento en que queramos entrar a la sala de la fiesta de su salvación y ya no podamos: la puerta ya no será sólo estrecha, sino que estará cerrada. Habremos perdido el “ahora” oportuno. Y pediremos: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois."  Y no valdrá que aduzcamos que somos de la comunidad de Jesús que hemos estado con él, que hemos escuchado muchas homilías y nos hemos sentando a la mesa con él y celebrado la eucaristía cada domingo: “Entonces comenzaréis a decir. "Hemos comido y bebido contigo...." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados."  De nada nos servirá haber “comido y bebido” con Jesús, si no hemos  “vivido” el evangelio. La “comunión de la mesa” de poco sirve si no se da la “comunión de vida” con Jesús y con los hermanos. Señor, que no tenga que oír yo esas palabras de rechazo. Para ello, que no dilate más mi respuesta a tu llamada. 

3.      Los judíos que escuchaban estas palabras se creían con todos los derechos a ocupar mesa en el banquete del Mesías. Creían que les bastaba ser hijos de Abraham, miembros del pueblo elegido. Jesús les dice que eso no basta: han de abrirse a su mensaje y acogerlo. Si no, en su lugar, otros ocuparán las mesas del banquete. “Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.” Lo mismo puede ocurrirnos a muchos cristianos muy “practicantes”, pero poco “vivientes” de lo practicado. El Señor nos dice que no basta aparecer entre los bautizados para tener segura la salvación. Hemos de “vivir” haciendo las obras de Cristo: el amor, la entrega y el servicio a todos sin distinción. Señor, por esta “puerta estrecha” ¡cuánto nos cuesta entrar!  Nos estorba para ello nuestro orgullo, nuestra comodidad, nuestra pereza y cobardía. Por eso te ruego con el poeta M. de Unamuno: "Agranda la puerta, Padre,/ porque no puedo pasar;/ la hiciste para los niños./ Yo he crecido, a mi pesar./  Si no me agrandas la puerta,/ achícame, por piedad ... »  Sí, Señor, achícame por  piedad, desbrozando todo lo que me estorba para entrar por  ella. 

3. Diálogo con Dios

A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.

22/08/2010


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