Domingo 4 de Adviento A

Paso la palabra. Para meditar cada día
Domingo 4 de Adviento A
Por Jesús Aniorte

1. Preparación

Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.

Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.

2. La palabra de Dios

En aquellos días, el Señor habló a Acaz: -«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» Respondió Acaz: - «No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces dijo Dios: - «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» (Isaías 7,10-14).

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados." Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: "Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"." Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer. (Mateo 1: 18-24).

1. Estamos a las puertas de la Navidad. El Señor llega. ¿Le abriremos las puertas? En este cuarto domingo de adviento contemplamos dos actitudes frente a Dios y su proyecto salvador. Una es la del rey Acaz. Se encuentra en un apuro: la capital Jerusalén está sitiada por los ejércitos enemigos. Ante esa situación desesperada, Isaías intenta tranquilizarle y le dice que pida a Dios una señal de que no va a pasar nada. Pero Acaz no se fía, no termina de creer que Dios le va a librar de los enemigos y prefiere pactar con el invasor para así salvar el reino y la dinastía, aduciendo falsos motivos religiosos: «No la pido, no quiero tentar al Seño» -dice hipócritamente-. No obstante, Isaías le anuncia que, como señal del Señor, va a nacer un hijo, que se llamará Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros: “Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"... Señor, aquí veo reflejadas muchas desconfianzas mías. Tú vienes ofreciéndome la felicidad, la paz, una vida más plena, si te abro la puerta, si te acojo; pero yo no termino de fiarme de ti y prefiero seguir con mis “aliados”: los bienes materiales, el bienestar, el placer, los aplausos y aprecios humanos..., porque pienso –estúpidamente como Acaz- que me van a dar y asegurar la vida y la felicidad mejor que tú. Señor, perdona tanta desconfianza.

2. Frente a esta actitud de desconfianza en la oferta de Dios, el Evangelio nos presenta la actitud de José. El no ve claro, como meditábamos el otro día: no llega a comprender qué le pide Dios, qué ha de hacer ante el misterio de la encarnación del Hijo de Dios en el seno de María, su esposa; pero se fía de Dios  y hace lo que se le pide:" Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.” Y esta aceptación sincera del plan de Dios mete a José de lleno en el misterio de la encarnación: él será el padre legal del Hijo de Dios, será el que imponga el nombre al niño que nacerá de María y será el custodio de María y de su hijo, el Me-sías de Dios. Señor, enséñanos a confiar en ti en los momentos de duda y oscuridad, a creer que tú no nos deja solos, que siempre intervienes y nos sacas de las situaciones más difíciles y desesperadas, que siempre te haces para nosotros Emmanuel, Dios-con-nosotros.

3. Con esta consoladora lección corona la liturgia el Adviento: al darnos a Jesucristo, que es la Palabra de Dios, Dios ha empeñado su palabra en nuestro favor, se ha comprometido con nosotros. El está con nosotros incluso en las situaciones más difíciles y oscuras, y nunca nos abandona, siempre nos saca adelante. Y esto es lo importante: que tú, Señor, actúas siempre en favor nuestro. Y nos das la señal: te has  hecho el "Dios-con-nosotros”, nuestro compañero de camino, nuestra fuerza. Dice Aemeliana Löhr: “Ha venido el Mesías, el Dios salvador... Dios ha redimido a su pueblo y no se ha distanciado otra vez de él... Su aliento vivo, su vida divina están presentes en cada uno de los bautizados. Todo el que cree en él tiene esta fuerza y este amor, de los que puede vivir...” Sabiendo esto, Señor, ¿cómo no vivir con amor y gozo y esperanza?

3. Diálogo con Dios

A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.

19/12/2010


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