Paso la palabra. Para meditar cada día: 6/5/2024

Paso la palabra. Para meditar cada día
Paso la palabra. Para meditar cada día: 6/5/2024
Por Jesús Aniorte

1. Preparación

Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.

Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.

2. La palabra de Dios

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: - Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso? Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:  - ¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen. Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: - Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.  Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: - ¿También vosotros queréis marcharos? Simón Pedro le contestó: - Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios. (Juan 6,60-69).

1.      Jesús ha dicho a la gente que le sigue que él es el Pan de Vida bajado del cielo, y  ha afirmado que es preciso “comer su carne y beber su sangre” para tener vida eterna. Esto escandaliza a muchos: “Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?”, se dicen. No pueden creer que uno como ellos, pueda hacer esas afirmaciones. Y “desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.” Se habían entusiasmado con Jesús, sobre todo, con la multiplicación de los panes. Pero éste ha terminado hablándoles de algo que ni les interesa ni entienden. Y se marchan, desencantados. ¿Para qué seguirle, si no les da lo que ellos buscan, y lo que les exige es demasiado “duro” y hasta “absurdo? ¡Cuántos hay así hoy! Tal vez siguieron a Jesús y su evangelio entusiasmados. Pero, cuando han ahondado y se han  encontrado con sus exigencias, han pensando que era inaceptable, que era “pan demasiado duro” para ellos y se han echado atrás. Han dejado de alimentar su vida cristiana, y su vida se ha aburguesado, o hasta se les ha muerto la fe.

2.      Y es que, miradas las cosas de tejas abajo -desde la “carne”-, “este modo de hablar es duro”, el mensaje de Jesús resulta incomprensible y hasta absurdo. Pero miradas a la luz del Espíritu, ¡qué Buena Noticia, qué gozo y qué liberación! “El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida “. Cuando a Francisco de Asís, en búsqueda de un sentido para su vida, el sacerdote le lee el pasaje en que Jesús dice a uno que quería seguirle: “anda, vende todos tus bienes y dalo a los pobres, y así tendrás un tesoro en el cielo, y después ven y sígueme,” Francisco, lleno de alegría, exclama: “Esto es lo que busco, esto es lo quiero!”  Y es que al evangelio hemos de asomarnos con ojos iluminados por el Espíritu y con un corazón sinceramente abierto. Si no, sólo veremos la negrura y el dolor de la renuncia y de la muerte. Señor, que tu Espíritu nos haga nacer de nuevo e ilumine nuestro corazón.

3.      Al final quedan solo los Doce con Jesús. No parece que a Jesús le importe que sean muchos o sean pocos. Él sólo quiere seguidores que se comprometan de verdad con el proyecto del Padre. Por eso no ha cambiado su discurso, rebajando las exigencias. Y ante el abandono de muchos por esas exigencias,  Jesús se dirige a sus amigos más íntimos y les dice: ¿También vosotros queréis marcharos?” Simón Pedro le contestó: - Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”… Tal vez Pedro, cuando dijo esto, no tenía todas las cosas claras. Pero amaba a Jesús y se fiaba de él. Había descubierto que sólo en la comunión de vida con el Maestro podía ser feliz y sentir su vida llena de sentido. Señor Jesús, nosotros hemos optado por ti, y te seguimos. Gracias por el don de la fe. Que, cuando llegue la dificultad o la duda, cuando  nos asusten las exigencias de tu Evangelio –tan en contradicción con los criterios del mundo-,  nos fiemos de ti y, como Pedro, te digamos: "Señor, ¿a quién acudiremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna." Porque, después de haber vivido contigo, y haber gustado el Pan de tu Palabra y de la Eucaristía, y saboreado el gozo de tu amistad, ¿cómo, Señor, podríamos vivir sin ti?

3. Diálogo con Dios

A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.

6/5/2024


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