En los últimos días la naturaleza nos ha regalado con el hermoso y necesario don de la lluvia. Para una tierra como la nuestra que tiene que vivir con el difícil equilibrio entre la pertinaz sequía y las cada vez más esporádicas lluvias, esto ha sido una gran bendición. Además, ha coincidido con la presencia de Santa Eulalia en nuestra ciudad. Una presencia que se hubo de prolongar gozosamente una semana más porque las lluvias del día 7 de enero no hicieron posible celebrar la romería.

Al hilo de esta situación traemos a la memoria algunos otros momentos de nuestro pasado en los que Santa Eulalia, patrona y protectora de esta ciudad, llegó a Totana a hombros de sus devotos hijos para implorar de su clemencia el beneficio de la lluvia. Eran momentos de rogativas, actos de piedad en los que nuestros antepasados depositaban todas sus esperanzas para salvar la cosecha y poder, al menos subsistir durante los duros años en los que la falta de lluvias impedía obtener beneficio de la tierra. Fue por ello que en 1780, escuchando el Ayuntamiento "los clamores del pueblo" se acordó pedir a Dios la gracia del agua "por medio de nuestra ínclita Patrona Santa Eulalia, haciéndole para ello rogativa en los términos que varias veces ha acostumbrado esta villa". Como fácilmente se puede deducir de este documento era bastante frecuente recurrir a Santa Eulalia para pedir esa clemencia. Para conocer el contenido y el desarrollo de las procesiones de rogativas vamos a recurrir al texto publicado, entre 1926 y 1933, por Luis Martínez González, mayordomo que fue de La Santa. Según nos relata de un modo magistral el señor Martínez González, ante la "densa nube de desolación y tristeza" que se vivía en Totana por la falta de lluvia sus gentes se dirigieron en rogativa hacia el Santuario. Aunque el día de la "rogativa amaneció despejado y radiante hasta el desconsuelo…El campo y la ciudad volcaron sus hombres en los caminos del Santuario…Se ocupa la mañana en la construcción de cruces. Reunidos todos en los amplios patios del Santuario, un sacerdote bendice las cruces y la imagen de la Santa…La procesión se ha organizado…Repartidos en la larga procesión van sacerdotes que rezan el rosario y grupos de niños que inician los cantos legendarios de rogativa, que el pueblo acompaña y continúa…Los rezos salen de los corazones…Al salir por la estrecha garganta que desemboca en el llano de Mortí, gritos de esperanza y admiración se escapan de todos lo pechos: una faja de nubes va surgiendo en el horizonte…Ya una mano extendida ha recibido la primera gota de lluvia…La rogativa pasa por el Convento, en donde se incorpora…la hermosa imagen del Cristo del Consuelo…y, aunque la lluvia cae cada vez con más fuerza…nadie deserta de su puesto hasta no dejar en la Parroquia las dos milagrosas imágenes". Fueron también muchas las ocasiones en las que los totaneros agradecidos a su Patrona por su protección y amparo celebraron actos de acción de gracias. Este es el caso del solemne Te-Deum que aprobó hacer el Ayuntamiento octubre de 1855 en la Parroquia de Santiago con misa y sermón para rendir gracias al Todo-Poderoso con motivo de la desaparición del cólera morbo de este vecindario. Para "tan grandioso acto…será trasladada desde su Santuario Nuestra Patrona Santa Eulalia".

Son éstos, algunos hermosos acontecimientos que relacionados con la devoción a Santa Eulalia forman parte de la historia de nuestra ciudad y que en gran medida han conformado nuestra forma de ser y vivir.

Juan Cánovas Mulero